Tras una noche de alcohol y fallidos intentos de olvido llegó una mañana desconsolada y resacosa, no había conseguido olvidarla y la situación que teníamos no me permitía hacerlo.

¿Por que?¿Por que tenía que decir adiós a esa figura esbelta?¿Por que tenía que decir adiós a ese cariño tan especial y a esa persona tan maravillosa?¿Por que tenía que decir adiós a algo tan bueno en mi vida? No lo entiendo, el amor es la única enfermedad que convierte todo lo bueno que te da en las armas mas mortíferas cuando la situación no acompaña, un “te echo de menos” se puede convertir en un puñal, un “eres una persona maravillosa” en una pistola, y un “te quiero” en una bomba directamente en el corazón.

Intente distraerme con mi café matutino y el periódico del día, en el cual venían las noticias habituales de la prensa, muertes, crisis, y de mas problemas mundiales. Nunca me había dado cuenta hasta ahora de lo antioptimista que es leer un periódico, por cada noticia buena tienes siete noticias con finales realmente malos.

De repente encontré una articulo que me llamó mucho la atención, decía esto:

Descubren la cura al mal de amores 

Una bioquímica de Massachusetts de la Universidad de Brandeis descubre una forma de eliminar la atracción química hacia otra persona, lo que se podría utilizar como un “anti-mal de amores”.

La Dra. Hodgson sugiere que este nuevo descubrimiento podría ayudarnos a llevar una vida mejor y más longeva.

La química del amor es una expresión adecuada para lo que a este descubrimiento atañe. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.

Hodgson decidió crear una pastilla que contrarrestase todas esas reacciones químicas que experimentamos cuando nos “enamoramos” de alguien. Además añadió que evitar todos nuestros “males de amores” con esta pastilla provocaría un aumento de nuestra esperanza de vida, pues las preocupaciones que sufre una persona a lo largo de su vida desgastan notablemente la vida de uno mismo ( A mas preocupaciones, menos vida, a menos preocupaciones, mas vida).

Lo mejor de todo esto es que esta nueva pastilla ya se comercializa y no produce efectos secundarios, aunque se debe adquirir mediante encargo, pues su fabricación aún no se encuentra ubicada en una cadena de montaje, por lo que se fabrican una a una con el mimo y el esmero de los científicos del laboratorio de la Dra. Hodgs… […] ;

Que curioso encontrar en las noticias diarias justo el remedio a mi problema.

Creo que a este articulo le faltó comentar algo, y es el dilema moral que acompaña a todos estos descubrimientos que tenemos últimamente en esta sociedad donde hasta un aborto se puede conseguir con una pastilla, es gracioso ver que hoy en día todo se puede solucionar con una pastilla, el dolor de cabeza, un embarazo, proteger tu estómago ante cosas dañinas, curar un resfriado, incluso te permiten ver el mundo de otra forma en el caso de las drogas. Pero las preguntas que arrastran siempre son las mismas, ¿Debo tomarla?¿Que repercusión tendrá el que la tome? Decidí tener el poder para sentirme bien en mi mano y llame para encargar una de esas “maravillosas” pastillas.

Pasaron tres días hasta que el cartero vino a traerme un paquete enviado desde Massachusetts, firme el certificado de entrega y el cartero me dio una cajita roja donde se suponía que se encontraba la solución a todos mis problemas. Era irónico que la pastilla del “desamor” viniese en una cajita de color rojo pasión, el color del amor.

Cerré la puerta y abrí la caja, de la que saqué una pequeña cápsula amarilla, la acomodé en mi mano y me puse a mirarla. Allí estaba… mi final a todo esto, mi vuelta a una vida feliz, pero comenzaron las dudas, si la tomo… ¿Ella creerá que nunca la he querido al verme tan pronto “rehabilitado” de este mal? ¿Cómo me sentiré con ella tras tomarla? ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Es justo para los dos que elija esta opción tan radical y prematura? Tras tres minutos de preguntas, me guardé la pastilla en el bolsillo y fui hacia la cocina a terminar mi desayuno.

Esa misma tarde ella me llamó para tomar un café, ingenuamente accedí, pero todo se me derrumbo cuando volví a encontrarme con su mirada profunda y siempre tan… intima. Nos sentamos en una terraza y comenzó a hablar, pero yo no oía nada de lo que ella decía solo podía pensar en las ganas que tenía de besarla, de que fuese mía, de que todo esto acabase con un “… y comieron perdices”. De vez en cuando desconectaba mis pensamientos para escuchar lo que decía por si entre alguna de sus palabras se colaba alguna en la que me dijese que había decidido estar conmigo, pero no era así. En cambio, todo mi interior comenzó a arder cuando pronunció la frase más dolorosa del mundo a la vez que clara y reveladora, “no vamos a estar juntos”, sin articular palabra y ante su mirada de asombro, me levanté, dejé el dinero de la cuenta en la mesa y me marché de allí. Me refugié tras una esquina y comencé a hurgar en el bolsillo de mi pantalón, volví a poner la pastilla, que esta vez relucía como el sol, en mi mano y la cogí entre los dedos índice y pulgar, me quede observándola una vez más y después de dos minutos de reflexión la volví a guardar en mi bolsillo, no sabía si quería dejar de quererla, dejar de quererla si que arruinaría hasta la mas mínima posibilidad de estar con ella, así que creí mejor no salir del juego hasta que la partida hubiese terminado.

Al día siguiente ella me llamó, era obvio que me pediría explicaciones por mi extraño comportamiento del día anterior y tenía todo el derecho del mundo a pedírmelas, lo que hice no estuvo correcto así que por eso mismo accedí a quedar en su casa para hablar de que me había pasado. Al llegar me recibió muy amablemente y con una sonrisa sacada de catalogo, me invitó a sentarme y comenzamos a hablar de banalidades hasta que nos topamos con “nuestro” tema, le pedí perdón por mi comportamiento del día pasado e intenté con ello atraerla hacia mí, seguía siento deseos de estar con ella, deseos de que ella quisiese lo mismo, deseos de que eso fuera posible. Ella volvió a pararme los pies y todo quedó en silencio, su mirada lo decía todo y mi corazón me decía basta, basta de tanto bombeo innecesario, basta de tanto intento de salir del pecho, me volví a poner el corazón en su sitio y me despedí de ella.

Al llegar a casa volví a sacar la “solución” amarilla de mi bolsillo y la miré consternado durante un minuto y la tiré con rabia en el salón. No debía permitirme el lujo de ponérmelo fácil, no podía dejarla de lado tomando una decisión tan egoísta, ella no merecía no merecía un olvido tan impune y menos aún un adiós sin su oportuna despedida…

Mi vida continuó intentando olvidarla de la forma mas natural y normal que sabía, evitando el contacto, chapoteando en alcohol y disparando todo lo que sentía con un «ametrallante» bolígrafo en un papel.

Tras unos días de calma salí a la calle a respirar algo que no fuese el aire tan reutilizado de mi habitación. Pero la mala fortuna quiso que la viese, que la viese como nunca había querido verla… besando a otro hombre y mirándolo con los ojos más sinceros que cabría encontrar en una hermosa declaración de amor. Todo estaba ya decidido, volví tan dolorido que hasta los leves soplos de aire del edificio me cortaban la piel. Abría la puerta de casa y me senté en el sofá.

  No sabía cómo, pero tenía que acabar con esto, no podía permitirme seguir sintiendo así, no podía seguir haciéndome daño recordando que fue la única chica que comprendí capaz de llenar huecos de amores anteriores, capaz de ensanchar aún más si cabía mi malherido corazón, una chica para el recuerdo, uno de mis sueños esculpido en carne y hueso, la única persona capaz de salvarme de mi autodestrucción amorosa, e iba a tener que decirle adiós… la vida una vez mas vuelve a hacer alarde de su cuestionable justicia. Justo en ese momento mi atención se centró en la mesilla del salón, allí estaba reluciendo la endemoniada capsulita amarilla, descolgué el teléfono y encargue otra pastilla mas para que la enviasen a casa de mi última musa, junto con una nota donde explicaba la decisión que había estado madurando y recordándole cuánto la quería, solo quería que supiese que alguna vez la quise de verdad en el caso de que finalmente tomase el camino fácil del olvido. Y allí me quedé, mirando la cápsula amarilla encima de la mesita del salón.